lunes, 9 de abril de 2012

La nueva clase política

Un artículo de Carlos Monsivais de 2008, me encantó cuando lo leí y espero que a ustedes también


Carlos Monsiváis
9 de marzo de 2008

La reunión se ha demorado y en el restaurante ya no quedan más de 10 personas, todas concentradas en el aspecto de preocupación que revela el conflicto que es para ellos preocuparse, aunque sea de vez en cuando. No por su afán de divertirse, sus responsabilidades con el país son inmensas, pero una cosa es pasarla bien en compañía tres o cuatro días a la semana, y otra pasarla mal un rato y de cuando en cuando. 


En última instancia, gimme a break. Son, se lo dicen a sí mismo cada que pueden y más si hay asesores y secretarias pendientes de sus palabras, los campeones de la nueva clase política, los que gobiernan y gobernarán este país de nacos… es un chiste, no se fijen, y ellos saben muy bien lo que va con el ascenso y con la imagen. Lo primero y lo esencial es el aspecto de gente de éxito, aún ahora más fácil de obtener en hombres que en mujeres porque no basta vestir bien, hace falta el aire de confianza, el mirar siempre en dirección al porvenir, no a lo que les rodea directamente.   


Ni modo, las mujeres, como aún no tienen entrenamiento de género suelen ser o solícitas o francamente desdeñosas con los inferiores… es un chiste, y de eso no se trata, hay que hacerles ver a los que no están a la altura que se les aprecia pero no de cerquita, porque la jerarquía es distancia sicológica… Es la hora de otro whisky, no porque el trago sirva de algo sino porque siempre hay que entonar las neuronas.


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¿En qué íbamos? ¡Ah sí! En el semblante de preocupación de un grupo de la nueva clase política, y en cuánto les preocupa que se les note la preocupación. Hablan de él o le pasa a uno de ellos, el mejor situado en el organigrama del triunfo, está en problemas, o algo similar. Sí, ya lo dijo el Quijote: “Ladran Sánchez, señal que ya la hicimos”, y claro que tenía razón, pero cómo ladran los del infelizaje. Que no se puede ser funcionario y contratista a la vez, que declare si es o no suya la firma, que ya se vaya porque pone en riesgo a su jefe. ¡Ah, qué pinches indios!... Es un chiste.


A Juan Camilo no deben investigarlo porque es de los nuestros. Vas a ir el sábado a la fiesta. Chance que sí, chance que quién sabe. Va a estar cool, bien cool… Es un chiste, nosotros no hablamos así como si fuéramos de la buena sociedad, sí somos pero no hablamos así, a lo mejor de tarde en tarde o de madrugada en madrugada, pero somos CEO’s, Chief Executive Officers, y estamos luchando por sacar a este país del hoyo, o por vender el hoyo y dejar el país en otra parte… Es un chiste, somos mexicanísimos, y eso con qué se grita. Bueno, se entona la voz y se canta: “Ay, Jalisco, don’t be a chicken”…. Es un chiste.
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¿Cuáles son los requisitos de la nueva clase política? Bueno, aquí van los nombres como alucinaciones o profecías cumplidas desde la cuna: belleza eterna de los hoteles a que acuden (en moteles de la calzada de Tlalpan no los verán ni muertos), unique and distinctive homes, mente virtual (que ya ajustó su pensamiento a los oficios de un celular), condominios en otra parte (un CEO vive todo el tiempo en otra parte, nunca aquí o allá), choteo de la cultura del esfuerzo, aspecto feliz de grupo (aunque estén solos) ante la cámara del reportaje de sociales, universidad privada (precaución adecuada porque el fracaso en la vida se pega), práctica del reventón con catego, catego suficiente para ya no usar la palabra catego, que es como de pobres a la entrada del Metro… es un chiste, Club Med, Ermenegildo Zegna, Scappino, fly me to the moon en un abrir y cerrar de aspiraciones… es un chiste.
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¿En dónde íbamos? Sensación de habitar una cumbre dinástica (“si no hablo de mi abuelo es porque todos sus recuerdos valían queso”), religiosidad a sus horas, frases aprendidas con astucia (“ser mujer es ser sexy”), automóviles de lujo (sin que el auto a la disposición no es de marca en el top ten de la industria automovilística, el lugar en la sociedad se oscurece), viajar lo cambia todo (travel changes everything, el monolingüe se ahogó en sus emisiones nocturnas)… es un chiste, think young, thing beauty, Prada aunque vista al chamuco.


¿Qué más? Mucho más. La nueva clase política salva al país renunciando cada uno de ellos a dirigir sus 80 empresas (cifra conservadora), y salva la imagen de México renovando su apariencia personal cada 15 días, si no tienes tiempo de ir a Los Ángeles vete a comprarte tus trapitos a Polanco, anteojos oscuros sólo si no hay sol… es un chiste, Ralph Lauren…
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Si declaran los de la nueva clase política extraen de su diccionario particular los términos que a ellos mismos estremecen: humano, humanidad, compromiso, responsabilidad, al servicio de la nación, los mejores esfuerzos, no tengo idea del tiempo porque el trabajo es mi pasión, nunca he entendido por qué los pobres no se esfuerzan por ser ricos, organización, ITAM, Universidad Anáhuac, Universidad Lasalle, Tec de Monterrey campus Palacio Nacional… es un chiste.


Hay —los verbos son actas de nacimiento de la nueva clase política— que evaluar, motivar y motivarse, es un privilegio trabajar cerca del Presidente, los retos me impulsan, agenda mediática…
Y sigue y sigue y sigue el diluvio que envuelve y eleva a la nueva clase política: de nuevo religiosidad (profunda y, sobra decirlo, católica a la antigua usanza)… este no es un chiste, asesorías (el mismo Jesucristo tuvo 12 asesores), entorno, privatización, arquitectos de imagen, orgasmos de transición… es un chiste, buena onda, indícame a un fracasado y yo te enseñaré Ciudad Neza… ¿es un chiste?
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La nueva clase política abandona sus rasgos de preocupación. En este país no pasa nada y en 2011 Juan Camilo, nuestro Iván, será candidato a la Presidencia de la República con todas las posibilidades del éxito.
Escritor

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