martes, 26 de octubre de 2010

Inicio de los hospitales

Primeros Hospitales y Servicios Médicos de Urgencia


El tratamiento de los soldados heridos en combate es muy antiguo: Homero señala en la Ilíada que en la guerra de Troya (1150-423 aC) dos médicos griegos atendían a los heridos.

Los primeros Hospitales que conocemos en Occidente fueron organizados en épocas del Emperador Augusto (27 aC-14 dC) para cuidar a los legionarios heridos en las campañas de Conquista del Imperio. Estas unidades disponían de los servicios de 'medici'. para cuidar a los enfermos.
El Diccionario de Historia de la Medicina de Anton Sebastian (The Partenon Publishing Group - New York, sf) señala que el primer hospital Cristiano fue construido por San Efrén cerca del año 372 de nuestra era en Edessa, Mesopotamia Occidental. El obispo de Costantinopla Néstor fundó dos hospitales en 431.

Durante el reinado del Emperador Honorio (395-243 dC), una rica matrona romana llamada Fabiola (350-399 ) se dedicó al cuidado de los enfermos y construyó el primer hospital público del cual tenemos noticia.

El Hotel de Dios de Lyon fue fundado en 542, y el de París en 651 por el Obispo Landry. En el monasterio de San Galen en 820 existia una huerta de hierbas médicas, seis cuartos para enfermos, una farmacia y un consultorio para el médico .

En el siglo XII empezó a funcionar el Hospital de Santa Maria Nueva de Florencia. Dos siglos más tarde tenía 300 camas y nueve médicos . Durante las Cruzadas, la Orden de los Caballeros de San Juan creó hospitales en Jerusalén y en la isla de Rodas en 1311. Segun Sudtcliff et al, en el S. XIII había más de 19.000 hospitales en Europa Occidental.
A fines del sigo XV la Reina Isabel la Católica creó el primer hospital militar de campaña para atender a los soldados heridos en la guerra de la Reconquista . Durante una de las batallas se usaron más de 400 ambulancias para transportar a los heridos.

Indudablemente en esos hospitales se prestaban servicios de Urgencia. Indica también el Diccionario que Sir Robert Jones (1858-1933) estableció el primer Hospital de Accidentes de Birminghan, Inglaterra en 1941 y el austríaco Anton Freiherr von Eiselberg (1860-1939) fue uno de los primeros en establecer servicios de urgencias en los hospitales de Viena. Agrega Sebastian, que von Eiselberg irónicamente murió en un accidente férreo.

Los Angloamericanos indican que los Servicios de Urgencia se iniciaron en los Estdos Unidos en 1961 el Hospital de Alejandria en el estado de Virginia, cuando James D Mills y tres colegas constituyeron el primer grupo de médicos de Urgencia en dicho centro hospitalario. En 1968 formaron el Colegio Norteamericano de Medicina de urgencia (ACEP).
 

domingo, 17 de octubre de 2010

Trompas de Falopio

No recuerdo de donde lo tomé , paro bien vale la pena leerlo

Trompas de Falopio

Gabrielle Falloppio
ca 1523-1562
La anatomía descriptiva fue la primera disciplina médica básica que se independizó de los planteamientos clásicos y tradicionales. Uno de los elementos que hay que tener en cuenta en este proceso fue la disección de cadáveres humanos. Aunque su práctica regular comenzó en la Baja Edad Media, no se convirtió en método fundamental hasta el Renacimiento. Comenzó ésta a ser habitual en la Universidad de Bolonia a finales del siglo XIII; lo fue poco después en Padua, Montpellier y Lérida. Durante el siglo XV se extendió a otras universidades italianas y también a las que imitaron su modelo. Solemos considerar a Andrés Vesalio como una de las figuras que más contribuyó al cambio. A pesar de que recientes investigaciones matizan esta afirmación, lo que sí podemos señalar es que las aportaciones del movimiento que surgió en torno a Vesalio fueron decisivas.
Gabrielle Falloppio fue precisamente uno de los médicos influidos por la obra de Vesalio.
Hijo de Geronimo y Caterina, nació en Módena alrededor de 1523, donde estudió medicina y también cirugía. Allí empezó a ejercer esta profesión, que tuvo que abandonar por los malos resultados que obtuvo en su práctica. También sabemos que estuvo en la Universidad de Ferrara donde, según algunos, obtuvo el doctorado en 1547 bajo la dirección de Antonio Musa Brasavola. Enseñó anatomía en Pisa entre 1548 y 1551; en esta ciudad fue acusado de practicas la "vivisección" humana. También estuvo en Florencia haciendo disecciones de leones en el zoológico de los Medicis. Hacia 1551 fue llamado por la Universidad de Padua para ocupar la cátedra de cirugía, de anatomía y de simples. Allí sucedió a Vesalio y a Colombo. Murió en esta ciudad en 1562, víctima, según dicen, de una tuberculosis.
Falopio sólo publicó un libro: las Observationes anatomicae (1561), comentario a la Fabrica de Vesalio, sin ilustraciones, que perseguía la corrección de los errores cometidos por su predecesor así como la adición de datos nuevos. Cuando se publicó le envió un ejemplar a Andrés Vesalio, quien entonces se encontraba en Madrid. Las referencias al "divino Vesalio" y la cortesía de sus críticas movieron a éste a escribir una réplica amistosa con el título Anatomicarum Gabrielis Falloppii observationum examen (1564). Aunque tiene poco valor científico porque su autor estaba ya alejado de la investigación y de los recursos necesarios, es interesante ya que en ella explica cómo llegó a ciertas conclusiones, admite algunos errores y se queja de la esterilidad científica de la corte real española de aquella época
La obra de Falopio está repleta de hallazgos originales y de excelentes descripciones. Por ejemplo, las estructuras del órgano auditivo (canales semicirculares, acueducto), y las del ojo (coroides, músculos oculomotores, ligamento ciliar). Se le conoce más, sin embargo, por la estructura que lleva su nombre: trompas de Falopio, o trompas uterinas, (tubo largo y delgado que se extiende desde el ángulo lateral superior del útero hasta el ovario del mismo lado. Adherido al ligamento ancho por el mesosalpinx consta de una ampolla, un infundíbulo o pabellón, un istmo y dos orificios, uno abdominal y otro uterino). Además, Falopio también se percató de la existencia de tres túnicas en la pared de la vejiga y de su esfínter interno.
Más importancia tiene el hecho de que Falopio fuera de los primeros en estudiar el desarrollo embriológico de algunos huesos y de los dientes. Con la realización de autopsias a fetos, recién nacidos y niños, aportó importantes observaciones sobre los centros primarios y secundarios de osificación. También hizo una brillante descripción de la dentición primaria y de su sustitución por la secundaria, llamando la atención sobre el hecho de que el tipo de tejido difería del óseo. Como señala Laín, esto significa que la forma anatómica comienza a estudiarse desde el punto de vista de la génesis. En unas breves lecciones que Koyter publicó en 1575, Falopio discute y niega la condición de "simples" a muchas de las "partes similares" del cuerpo animal, que Aristóteles les había atribuido. Para Falopio, estas partes se hallarían compuestas de "fibrae" ejecutoras de funciones distintas como el movimiento ("voluntario" en la fibra "carnea", "involuntario" en la fibra "cartilaginea" y en la arteria, "mixto" en las fibras del tubo digestivo); la comunicación, porque de la dirección espacial de los filamentos constitutivos de sus paredes depende el curso de poros y canales del cuerpo; y la edificación de las partes sólidas, ya que las fibras elementales se urden entre sí y constituyen "texturae" o tejidos. Falopio, pues, piensa que los tejidos del cuerpo animal se hallan constituidos de una trama lineal, superficial o tridimensional de fibras elementales. Aquí nos encontramos, pues, con otra novedad en lo que se refiere a la estequiología. Puede decirse que Falopio, y también Fernel, vieron en la fibra el componente elemental y fundamental de todas las partes sólidas del organismo. Más tarde, los autores del siglo XVII ampliarían esta doctrina en dos sentidos: la especulación y el examen microscópico.
José L. Fresquet. Universitat de València.
Bibliografía
Laín Entralgo, P. (1963), Historia de la Medicina Moderna y Contemporánea, 2ª ed., Barcelona, Científico-médica.
O'Malley, C.D. (1973), Los saberes morfológicos del Renacimiento, en: Historia Universal de la Medicina, 7 vols., Madrid, Salvat, vol. 4, pp. 43-77.
O'Malley, C.D. (1978), Gabrielle Falloppio, En: Dictionary of Scientific Biography, New York, Charles Scrbner's sons, vol. IV, pp. 519-521.
Les Siècles d'or de la médecine. Padova XVe-XVIIIe siècles, (1989), Milano, Electa.

sábado, 9 de octubre de 2010

suavecito

de las canciones que más disfrutamos, en mi época de preparatoriano, alla por 1973,74, les van varias canciones y diferentes versiones.

Suavecito - 4 Corners



la versión más popular fue con Malo




Otra canción , pero ya de mis años de universitario, más omenos por 1979,80, si no mal recuerdo:



Ella Fue (She Was The One) - Fania All-Stars




Y como no , de esa época Ruben Blades y Willie Colon con Plastico.

Lou Rawls - You'll Never Find Another Love Like Mine subtitulada

UNA BELLA CANCIÓN DE LOS 70





LA MISMA CANCIÓN CON MICHAEL BUBLE Y LAURA PAUSINE

Sinatra

Una de las canciones más heermosas disfrutenla

jueves, 7 de octubre de 2010

poesia argentina

Los invito a disfruta estos poemas de: Irene Gruss


del libro "En el brillo de uno, en el vidrio de uno"

 
                 Miopía

No ve
lo pequeñas que son las cosas.
Delirio de grandeza
en la mirada.


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             Astigmatismo

Fuera de foco.
No es neblina.
Tiniebla no es.
Arbol superpuesto al bosque,
memoria borroneada, superpuesta
sobre sí misma.
Espejismo: lo que se ve
es ambiguo, tiniebla y
luz: pareciera que
Dios no ha separado nada.



Del libro "Solo de contralto" , Ed. Galerna, 1998

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Conté con los dedos de mi mano
las veces que tuve, no las que amé.
Las yemas de los dedos
se quedaron mirándome, las líneas
de la mano rieron (¿amé
lo que tuve? ¿Quise decir
quiero un poco
de esto o de aquello,
gané, perdí semejante
generosidad?).
Ahora que me aferro
a lo que tengo _como a un poco
de nada_,
veo líneas que una burla desecha,
y lenta, tiernamente abro
el puño, dejo caer
la arena, vuelvo a tomarla.


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del libro "Sobre el asma" Ed. de la autora, 1995

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En la ruta
Lo único que podría curarme
o que al fin me sacara de este hospicio
es subir a un auto de línea sport
no muy confortable
pero amplio
que lo manejara
un hombre pudiente
potente
y valeroso
o sea temeroso de sí.
Si él aceptara conducir hasta la ruta
(odio el límite de la ciudad,
ese bochorno de la pobreza salpicado por uno que otro
cardo o girasol),
donde comienza la fila larga y azul del lino
o los maizales, amarillos,
si la antena de la radio funcionara
yo podría quitarme este peso de encima
podría mirar las cosas de forma diferente.
Sin que intervenga, sin presión de ningún tipo
este hombre serio o
sonriente
me acariciaría suavemente la nuca
de manera tal
que mi pelo pajizo se convertiría en lacio
mi nudo nervioso pasaría a
relajarse,
y podría mirarlo de frente, sonreírme yo también
o al menos
dibujar un nombre en la ventanilla
sin problema, como si él no existiera.
Entonces yo tomaría el volante
y mientras él descansara
(mirando fijamente la mano contraria)
me pondría a cantar esas canciones de
preguerra
que tanto enloquecieron a la generación
anterior.
Sólo así podría dominar mi ira
solamente así.
Cuando el auto se haya alejado bastante
y el calor sólo sea
esa curiosidad
por las mariposas estrellándose
contra el motor,
y el hombre a mi lado no se inmute
ni se inmiscuya
cuando la
alegría
sea lo único que me plazca.
 

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XIII

Mi madre me acuna. Canta y
el aire le sale
por la boca. Inhalo
por la herida,
mi madre sabe
de estas cosas: cierra su boca,
esta forma cruel
de respirar, guardar
el alma


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XIV
Si se me va
el aire se me va
el asma. Temo
por la herida, por la boca temo.
Si exhalara...
Yo te di mi corazón. Si dieras el alma


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XV
La luz de la mañana
tiene dedos rosados.
El inhalador sabe a menta.
Plácido despertar donde la fatiga
sucumbió por el sueño.
El alma salía por la boca
o por la herida. Salía el aire
y la impresión
era que el aire entraba.
El sueño, madre, no cierres la puerta,
las ventanas, oigo suave
la partida,
liviano, como
un silbido
el asma


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Mientras tanto
Yo estuve lavando ropa
mientras mucha gente
desapareció
no porque sí
se escondió
sufrió
hubo golpes
y
ahora no están
no porque sí
y mientras pasaban
sirenas y disparos, ruido seco
yo estuve lavando ropa,
acunando,
cantaba,
y la persiana a oscuras.


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El jardín
¿Estás cansada del viaje, Diana?
¿Dejaste las valijas y te asomaste a ver el sol
en tu jardín, fuiste allí
rápidamente, pausadamente?
¿Echaste una ojeada a las plantas
o mirás cada una, sabiéndola,
descubriéndola, cuidás
tu jardín, hablás, cantás con
la regadera en la mano?
¿Estás cansada de vuelta del viaje,
Diana? ¿Estás contenta?
¿Alguien te acarició, jugó otra vez
con tu melena de fénix,
te besó los párpados
como quien desea tocar
una mirada así de azul, de gris
según el tiempo? ¿Fuiste feliz,
Diana? ¿Intenso y duro, el viaje?
¿Acomodaste la cabeza en el asiento del avión?,
¿descansaste?
¿Estás repleta de memoria, de sentidos
por el viaje, Diana?
¿Comerías conmigo para contarme?
¿Pasaste hambre en la estadía,
Diana, pasaste hambre?
¿Te embriagaste? ¿En algún momento
llegaste a marearte por el viaje?
¿En algún momento, sentiste
esa nada en la boca
del estómago, ahí donde dicen que
está el alma? ¿Llenaste
con qué esa nada, con la gente,
con las cosas, tuviste
necesidad? ¿Observaste
la vida tranquila? ¿Así, como te veo
ahora, calma
y sabihonda? ¿Conociste
la muerte en el viaje,
Diana? ¿Te asustó, la asustaste?
¿Trajiste fotos, postales,
documentos?, ¿abrazaste a
muchos, te abrazaron?
¿Gozaste, tradujiste el amor
loca de deseo? ¿Hablaste demasiado, callaste
demasiado? ¿Por qué
estás diciéndome
que escribir es lo único
que tenemos? ¿Estás
cansada, es por eso, porque
estás cansada del viaje? ¿Querés
dormir, recostarte en un hombro,
querés reír, llorar un
poco? ¿Acaso el viaje mismo
no te consuela,
Diana? ¿No es como el tacto
de otra mano, no lo es, verdad?
¿Comerías conmigo para
contarme?
¿Ya floreció la rosa
en tu jardín? ¿Es tan bella?
¿Los pétalos reventaron
plenos de vida, la vida es
púrpura después de un viaje,
Diana,
es así?


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DATOS DE LA AUTORA
Nació en Buenos Aires el 31 de agosto de 1950.
Cursó estudios universitarios, de manera incompleta, de Medicina (Universidad de La Plata), Biología (UBA) y Letras (UBA). Desde los 8 hasta los 21 años participó en coros bajo la dirección del maestro Antonio Russo e intentó canto individual supervisada por Susana Naidich, pero fracasó o, más bien, opuso la música a la escritura.
Integró los talleres de escritura Aníbal Ponce, Mario Jorge De Lellis (cofundadora), junto a escritores como Lucina Alvarez, Rubén Reches, Marcelo Cohen, Daniel Freidemberg, Jorge Aulicino, Alicia Genovese, Leonor García Hernando.
Integró las redacciones de las revistas literarias “ El escarabajo de oro ”, “ El ornitorrinco ”, “ El juguete rabioso ”, así como colaboró en distintas publicaciones como “ El lagrimal trifulca ”, de Rosario, “ Crisis ”, “ Diario de Poesía ”, “ La danza del ratón ”, “ Latido ” y otras. Poemas suyos fueron publicados también en distintos medios como “ La opinión ”, “ Tiempo argentino ”, “ Clarín ”, “ La Nación ”, “ La Capital ” de Rosario, y otros en Tucumán, Santa Fe, San Luis, Chubut, Neuquén.
Han sido traducidos poemas de su autoría a los idiomas francés, inglés, ruso, croato, portugués, italiano y sueco.
En 1981, participó en el libro conjunto “ Lugar Común ”, Ed. El escarabajo de Oro, con prólogo de Santiago Kovadloff.
Publicó “ La luz en la ventana ”, Ed. El escarabajo de oro, 1982; “ El mundo incompleto ”, Ed. Libros de Tierra Firme, 1987; “ La calma ”, Ed. Libros de Tierra Firme, 1991; “ Sobre el asma ”, edición de la autora, 1995; “ Solo de contralto ”, Ed. Galerna, 1998, “ En el brillo de uno en el vidrio de uno ”, Ed. La Bohemia, 2000.
Recibió, en 1975, el Primer Premio a obra inédita otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1986, el primer premio en el concurso organizado por la Biblioteca Cornelio Saavedra y auspiciado por Eveready.
Ha coordinado talleres de poesía desde 1986 hasta 1994. Su otro oficio es la corrección, a lo que se dedica desde hace ya varios años en forma paralela a la escritura y como modo de subsistencia.
 

miércoles, 6 de octubre de 2010

Herodoto (484-425 a.C.).
Los Nueve Libros de la Historia.
No tienen médicos (los babilónicos), sino que cuando un hombre enferma lo depositan en la plaza pública, y los transeúntes se acercan a él, y si alguien ha padecido alguna vez su enfermedad o sabe de alguien que la haya sufrido, le aconseja, recomendándole que haga cualquier cosa que le dio buen resultado en su propio caso, o en cualquier caso conocido por él. Y a nadie se le permite pasar por donde se encuentra el enfermo en silencio sin preguntarle cuál es su enfermedad.
La medicina se practica en Egipto según un plan de especialidades. Cada médico trata una sola enfermedad y ninguna otra. Así, en el país hormiguean los practicantes de la Medicina; algunos se encargan de curar las enfermedades de los ojos, otros las de la cabeza, otros las de los dientes, otros las de los intestinos y algunos se encargaban de aquellas que no son focales.

Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645).
Si quieres ser famoso médico.
Si quieres ser famoso médico, lo primero lindo mulo, sortijón de esmeralda en el pulgar, guantes doblados, ropilla larga, y en verano sombrerazo de tafetán; en teniendo esto, aunque no hayas visto un libro, curas y eres doctor. Y así andas a pie, aunque seas Galeno, eres platicante. ¡Oficio docto, que su Ciencia consiste en la mula! La ciencia es esta: dos refranes para entrar en casa: el obligado "¿qué tenemos?"; el ordinario "Venga el pulso". Inclinar el oído. "¿Ha tenido frío?"... Y si él dice que sí primero, decir luego: "Se echa de ver; ¿duró mucho?", y aguardar que diga cuánto y luego decir: "Bien se conoce; cene poquito; escarolitas, una ayuda", y si dice que no la puede recibir, decir: "Pues haga por recibirla". Recetar lamedores, jarabes y purgas, para que tenga que vender el boticario y padezca el enfermo. Sangrarle y echarle ventosas; y hecho esto una vez, si durase la enfermedad, tornarlo a hacer hasta que o acabes con el enfermo o con la enfermedad. Si vive y te pagan, di que llegó la hora, y si muere, di que llegó la suya. Pides orines, haz grandes meneos, míralos a lo claro y tuerce la boca, y sobre todo, advierte que traigas grande barba, porque no se usan médicos lampiños y no ganarás un cuarto si no parecieres limpiadera. Y a Dios y a ventura: aunque uno esté malo de sabañones, mándale luego confesar y haz devoción de ignorancia. Y para acreditarte de que visitas casas de señores, apéate a sus puertas, entra en los zaguanes, orina y tórnate a poner a caballo, que el que te viera entrar y salir no sabe si entraste a orinar o no. Por las calles ve siempre sorriendo y a deshora, porque te jusguen por médico que te llaman para enfermedades de peligro. De noche haz a tus amigos que vengan de rato en rato a llamar a tu puerta en altas voces para que lo oiga la vecindad. "¡Al señor doctor que le llama el Duque!" "¡Que está mi Señora la Condesa muriéndose!" "¡Que le ha dado al señor Obispo un accidente!". Y con esto visitarás más casas que una demandadora, quedarás acreditado y tendrás horca y cuchillo sobre lo mejor del mundo.
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Ramón Gómez de la Serna (1888-1963).
El Doctor Inverosímil.
Tuve una enferma que volvió a verme después de curada, muy indignada conmigo y pidiéndome que le devolviese su enfermedad, la que le había quitado; se sentía de más en la vida sin su enfermedad, yo la había estafado; era como si yo la hubiese hecho abortar a su hijito, el hijo de su solteronía que suele ser una enfermedad. La despedí con buenos modos, sin indignarme, diciéndola que probablemente se reproduciría.
. . .
La confidencia de aquella esposa del americano de la ciudad más calurosa del Sur, me dejó preocupado: "Déme usted algo con que quitarme el calor -me dijo-. Mi esposo, hasta en estos días de calor se echa varias mantas y me asfixia". Realmente, aquello era pavoroso. Yo la recomendé el divorcio. No había otro sistema.
. . .
A aquel pobre cura que se ponía la casulla del siglo XVI en la iglesia del pueblo, le hice vender a los anticuarios la hermosa casulla y comprarse una nueva. Le hubiera matado aquella casulla de terciopelo, en cuyo terciopelo estaba metida la sutil caspa fatal. Ya había matado en tres años a cuatro curas.
. . .

 
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